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Cualquier cambio, incluso un cambio para mejorar, siempre va acompañado de inconvenientes e incomodidades.
Arnold Bennet

Resistencia al cambio:

La masculinidad y la feminidad

Las implicaciones de la masculinidad y la feminidad nos remiten a reproducir epítetos en tanto el sostén de una cultura, por ello a mí me gusta pensar en un mundo que más allá de generar términos que denotan rasgos a partir de escindir a la concepción humana en masculino y femenino, nos veamos, nos tratemos, nos concibamos, y nos conozcamos desde la construcción que cada uno y cada una edifique en función de quien quiere ser para sí mismo o misma.

Seamos quienes queremos ser, pero ¿Cómo saber quién quiero ser, si siempre me han dado paradigmas de quien debo ser? Yo opino que, a partir del conocimiento, la deconstrucción, el análisis, y la interpretación de nuestras prácticas en lo cotidiano, aunque claro no todas las personas tenemos las herramientas que nos permitan llegar a ello, ya que carecemos de experiencias que motiven nuestras decisiones de forma consciente y aunado a esta carencia tenemos los temores, las culpas, las sanciones y tantas cosas más que forman parte de los custodios carcelarios que vigilan nuestro andar.

Eres masculino o eres femenina, dicotomía asociada a la construcción prefigurada de nuestro ser que se perfila en el entendido enunciativo al ser pronunciado; es decir que, al decir tienes manos femeninas o tienes manos masculinas tiene su propia implicación de significado que al ser pronunciada encaja en aquello que damos por entendido y esto a su vez nos da puntos para representarnos de una u otra forma. Carecemos de curiosidad que nos permita cuestionarnos si las frases corresponden a un general o a que apelan, pero quienes lo hemos logrado con nuestras experiencias y vivencias podemos infectar en otras personas la chispa de la curiosidad para repensarse, lo cual no significa implantar una ideología como nos han enseñado a vivir para poder coexistir, sino más bien de dar a luz a una realidad latente, que amerita ser cuestionada y repensada.

A diario desconfiamos a cambiar, nos resistimos y de tal forma cuartamos una forma de construcción posible limitándonos a la irremediable dicotomía que ha  llegado a verse como natural: hombre-mujer, bien-mal, blanco-negro, ying- yang, femenino-masculino, como si todo tuviese que tener una contra parte y no verse como parte de un todo, y a la vez todo parte de uno; después de todo somos entes que nos relacionamos con nuestras semejanzas, con nuestras diferencias, con nuestras inconformidades, con nuestras pasiones y apetencias, no somos complemento porque alguien dijo que al ser de sexo diferente hemos de compaginar; cada persona es un mundo, cada ser es una vida, unos y unas tienen más similitudes, pero en general somos diferentes.

Aun no renuncio al sueño de vislumbrar ese mundo en el que no tengamos tantas resistencias para repensar lo masculino y lo femenino, aun pienso que es posible lidiar con los guardias de nuestras celdas y para ello siempre he de considerar mi experiencia en tanto practica de vida como un virus que puede infectar hasta el punto de ser toda una plaga y asi las etiquetas mas alla de variar de una identidad femenina y masculina exclusivas, dejen de ser el pretexto para la desigualdad, la descriminacion, la exclusión y la opresión, dando cabida a otras formas que no precisamente apelen por neutralidad y homogenización, sino que se remitan a un ámbito más variado, en relación con la expresión, el lenguaje, la comunicación y  la interacción de forma equitativa en medida de un desarrollo equilibrado, favorable y liberador.

Cambiar las ideas de lo femenino y lo masculino, es atreverse a ser quien se quiere ser, fuera de lo que se nos ha edificado como un “deber ser”, la  cosa es que en este mundo lleno de vigilantes y auto vigías, la resistencia cobra fuerza y los deseos y anhelos también tendrían que repensarse, pues aunque parecieran propios no siempre lo son, ya que quedan a resguardo de las paredes de una prisión cultural bien estructurada entre otras cosas por los prejuicios y las formas identitarias dentro del orden de lo aceptable.

El cambio realmente no es una transformación en otro u otra, porque ahora nos dicen que esto puede ser negativo; el cambio es dar un paso hacia lo que cada quien se plantea para si desde posturas consientes partiendo del autoanálisis, lo cual solo se puede como se ha dicho con herramientas que propicien el cuestionamiento de nuestros entendidos y por otro lado desde el contagio, por ello no me cansare de incubar el virus de la curiosidad.

*GBJ

 

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