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A partir del nacimiento del COVID-19 en Wuhan, China, el virus ha evolucionado y se ha agrupado en cuatro clados: G, S, V, O que comúnmente se llaman grupos A, B, C y O (otros).

Un árbol filogenético es un esquema que narra la historia, muestra el ancestro común y cómo se diversifica una especie en función de las variaciones de sus secuencias. El clado es una ramificación que se obtiene de este árbol, explicó en entrevista Rocío Tirado Mendoza, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Se han registrado cerca de 17.205 secuencias de pacientes en diferentes regiones del mundo, lo que ha permitido estudiar al virus y detectar estas variaciones asociadas al origen en el sitio geográfico.

La especialista indicó que las variantes están repartidas en diferentes partes del mundo.

El grupo A

Correspondiente al clado G, se encuentra en Wuhan, China y otras regiones como Japón, Estados Unidos y Australia.

Este clado contiene las variantes que presentan cambios en la secuencia del gen que codifica para la “spike” que se encuentra en la superficie del virus y es la que permite ingresar a las células que infecta.

El grupo B

Asociado al clado S, se ha encontrado en Wuhan y algunas regiones en el este de China, Estados Unidos, Canadá, México, Italia, Alemania y Francia. En este clado, las variantes en secuencia se localizan en el gen ORF-8a/b.

El grupo C

Correspondiente el clado V, se ha repartido en Europa: Francia, Italia, Suiza, Inglaterra; en Estados Unidos, sobre todo en California; y algunos países de Asia: Singapur y Corea del Sur.

Para este último clado, las variantes en secuencia se han identificado en el gen que codifica para la proteína NS3 (proteasa). México tiene la circulación de los linajes A y B y probablemente tiene un origen europeo.

Esto no significa que las otras variantes no circulen en todas las regiones, pero sí que una variante sea mucho más eficiente en el proceso para replicarse o adaptarse en una población. “Por eso es más abundante en ciertos lugares”, apunta.

Armar un árbol filogenético permite a los científicos establecer cómo se mueve el virus geográficamente y cómo migran en las diferentes regiones del mundo, y así diseñar una vacuna que pueda abarcar la variante o variantes de mayor distribución geográfica.

El COVID-19 es una enfermedad nueva que todavía se encuentra en investigación. Hasta el momento se desconoce el impacto en el organismo de cada clado, es decir, si alguno se relaciona con severidad de la enfermedad. Éste podría ser otro factor de por qué algunas personas mayores han superado el virus, y otras jóvenes resulten bastante afectadas, además de su sistema inmunológico.

Igualmente podría darse el caso que algún paciente haya sido infectado por más de una variante, esto podría ser otro punto importante en el impacto de la gravedad de la enfermedad, explicó Rocío Tirado.

En el mundo se desarrollan 90 propuestas de vacuna para el SARS-CoV-2, de las cuáles sólo seis están en prueba, de estas tres se encuentran en fase clínica. No obstante, “no sabemos si para estos prototipos se han tomado en cuenta las variantes, es decir que la misma vacuna proteja todos los clados”.

De hecho, sería bueno que buscaran abarcar el mayor número de variantes en el diseño de vacunas para tratar de conferir protección en humanos, aunque todavía falta tiempo, enfatizó la académica universitaria.

Los más avanzados son Estados Unidos, China y Reino Unido, que trabajan en una vacuna que se encuentra en fase uno, para lo que utilizan tecnología de nueva generación. Por ejemplo, el país norteamericano trabaja en una técnica con nano partículas, y en el caso del país asiático y de Reino Unido, usan vectores virales.

Ambos tienen estrategias muy diferentes, pero saben que el gen de interés es el que codifica para la proteína S, que es la puerta de entrada del SARS-CoV-2 hacia el organismo, concluyó la especialista en el tema.

(Fuente: UNAM Global/DICYT)

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